sábado, 17 de diciembre de 2011

La Grieta


Al día siguiente me levante muy temprano, tenía que hacer mis deberes diarios, para no levantar sospechas; barrer el patio, regar, darle de comer a los patos. La grieta estaba allí y el otro mundo, me esperaba. ¿Cómo sería ese reino, que seres existirían?
La mañana se hizo larga, tenía que esperar que concluyera el almuerzo, solo así podría tener la libertad que necesitaba.
Pronto pude escabullirme, me encontraba frente al muro, mi respiración se aceleraba y mi corazón golpeaba mi pecho fuertemente, respire hondo y con cuidado quite las maderas que tapaban la grieta. Me arrodille, acomode mi cabello detrás de mis orejas, aproxime mi cara al muro muy lentamente, y lo que vi me dejo helada.

¡Un ojo!

Me asuste y caí sentada con las manos atrás, el ojo seguía allí mirándome. Me levante de un solo salto y salí corriendo hacia la casa. Una vez allí, fingí ver televisión, tratando de ordenar mis pensamientos.
¡Todo había salido mal!
Ahora era yo la que estaba siendo vigilada por ese cíclope, y lo peor de todo era que, ¡No había tapado la grieta! tenía que regresar lo más pronto posible.

Cuando por fin reuní el suficiente valor, me di cuenta que el manto de la noche había empezado a cubrir toda la huerta, la suma de mis miedos me dejaron inmóvil frente a la ventana con el recuerdo del ojo grabado en mi frente.

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